Dioses del Olimpo Oxidados: El ser o no ser.

La búsqueda de algo que no existe o que se inventa es punto recurrente en el cuento de Silvio en el Rosedal. Silvio encuentra, por azar, signos en unas rosas que, a lo largo de los años, han mantenido su propia sustancia: Ser. Y Silvio se siente paranoico, esos signos lo siguen y, a cada parte que mira, hay miles de palabras y formas diciéndole lo que en realidad no existe, al menos no una conexión con el rosedal. ¿Por qué obsesionarse con signos que mantienen una conexión irreal con la realidad? Nada más por el sólo hecho de buscar con qué entretenerse y buscarle un sentido a la existencia. Y es aquí, en ese buscar, donde se encuentra el meollo del asunto. Cada quien va por la vida buscando un signo que nos guié y le da vueltas y vueltas y busca, entre todos los merodeadores de la sociedad, a la persona que se acople a su signo, a su idea de la realidad inexistente. Cuando, después de varias decepciones desasignadas, se encuentran, claro está, con el punto negro, con la pared que estorba y cubre el horizonte que debería guiar hacia una vida calorífica y llena, no de un signo o estrella de reyes magos, sino de un solo punto donde sentarse: Ser.

No es Ribeiro el primero que plantea el dilema del “ser o no ser”, antes, seis siglos atrás, Shakespeare puso en Hamlet las siguientes palabras: “To be or not to be”. Y Ribeyro lo plantea desde otra perspectiva, cuando las cosas se ponen feas no queda más que significarnos la vida con signos inventados por nuestra propia conciencia viviente y vivir, entre maleficios y brujerías, como dioses del Olimpo oxidados.

El olvido propio nos caracteriza. La destrucción interna cabalga en la conciencia; cuidaos de la pereza mental y de las preguntas capciosas sin retorno respoder.

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