Morido y atropellado

 

El afirma que lo vio todo y que, según las circunstancias, el señor del auto no tuvo la culpa. No, que no la tuvo. ¿Tú qué sabes si ni siquiera estabas ahí? Él lo vio y me lo contó. Dice que la culpable fue la doña, por enojona y culera, por ser mala madre, nomás por eso. Estaba el viejito sentado justo en la puerta de su casa mirando pasar a la gente –sobre todo mujeres con faldas- cuando miró a la señora pasar a la tienda -con sus dos chiquillos-, entrar y quedarse un rato. Salió un niño, se paseó por la banqueta y fue a perderse en una esquina. Y la doña ahí adentro chismeando mientras su hijo iba a darse una vuelta como si no tuviera una madre que le cuidara. Ah, cómo friegas, te estoy diciendo que así fue. Yo sé que te platicaron que la señora tenía a sus niños agarrados de la mano, bien cerquitas de ella. Pero no, no fue así. El viejito miró todo como yo te cuento y déjame terminar. Bueno, la señora salió de la tienda, caminó a su casa –con el otro niño siguiéndola-, se detuvo un momento para saludar a una señora que barría la calle –en la siguiente casa de donde estaba sentado el viejito- y platicó unos quince minutos con ella. Chisme con chisme: que fulanita ya se acostó con el novio; que la vecina anda con el muchacho de la esquina y se agasajan en lo oscurito, debajo de aquél árbol; que la niña de no sé quién tiene anorexia porque vomita todo lo que come. Y de pronto se da cuenta de que su hijo no está y le dice al otro niño: anda mijo, ve busca a tu hermanito, sabe a dónde chingados se fue. Mientras ella, chisme tras chisme. Y el viejito escuchando, observando.

No, eso no fue así, te mintieron. Te digo que la señora era irresponsable con sus niños. La prensa dijo que esa santa mujer se la pasaba en la iglesia rezando o, cuando no estaba ahí, cuidaba a sus hijos como a su vida. Pues no. Cuando el niño regresó con su hermanito, la señora, madre culera, olvidó a su amiga y comadre, volteó la mirada terrorífica hacia su engendro y pequeñuelo para luego gritarle: “ven acá, mocoso cabrón, ¿dónde chingados estabas?”. Estiró la mano para golpearle la nuca pero el niño, con reflejos rápidos, alcanzó a librarse y corrió hacia la calle. Ya imaginarás lo que pasó luego: el auto golpeó al niño; el golpe se escuchó seco y el niño voló unos metros cayendo de cabeza –eso dice el viejito que casi ni ve ni escucha-, el don del auto se bajó asustado, la madre corrió a ver a su “adorado” niño; maltrató al señor diciéndole pendejo, hijo de su pinche madre, que por qué chingados no se fijaba, que ojalá se pudriera en la cárcel. Y sabes qué, no lo mató él, fue ella, esa madre no madre, esa vieja que quiso golpear a su hijo y éste, por huir, quedó morido y atropellado. Eso cuenta el viejito que, asegura, nunca se duerme cuando está sentado fuera de su casa.

Comentarios

  1. Yo le creo al viejito☝🏻

    Muy ingeniosa manera de escribir, desde el título ya uno quiere saber de qué va, me ha encantado.

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